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Kamala Harris cristaliza las ideas que Trump tiene de las mujeres: son ‘desagradable’ o amas de casa

Desde que la senadora Kamala Harris se unió a la fórmula presidencial de los demócratas, el presidente Donald Trump ha respondido clasificando a las mujeres en dos categorías: la “esposa suburbana” buena que votará por él y las mujeres horrendas que no le han demostrado, ni a él ni a sus aliados políticos, el respeto suficiente.

Después de que Joe Biden, el candidato propuesto por los demócratas, anunció el martes que Harris sería su compañera de fórmula, Trump no perdió tiempo para ponerla en la casilla de las “antipáticas”, una categoría que ocupó la última mujer que contendió contra él en una papeleta de los demócratas.

“Con Brett Kavanaugh, en ese entonces el juez Kavanaugh y ahora el magistrado Kavanaugh, fue verdaderamente antipática”, señaló Trump sobre Harris, usando la palabra “espantosa” (“nasty” en inglés, que tiene diversas traducciones) o alguna variación de ella no menos de cuatro veces cuando se refirió a las audiencias de confirmación del Senado celebradas en 2018. En ese momento, Kavanaugh, quien pretendía airadamente rebatir el emotivo testimonio de Christine Blasey Ford, una profesora que lo acusó de acoso sexual en una fiesta en 1982, era la parte receptora de las preguntas de Harris, quien fungía como fiscal.

En determinado momento, Harris le preguntó al nominado a la Corte Suprema si podía pensar en alguna ley existente que gobernara el cuerpo masculino. Kavanaugh no pudo hacerlo.

“Fue espantosa al grado de hacer algo monstruoso”, afirmó Trump el martes. “Y eso no lo olvidaré ahora”.

Rápidamente surgieron los ataques. El miércoles en la mañana, luego de que sus aliados de Fox News pasaron la noche comparando a Harris, de ascendencia jamaiquina e india, con los “vendedores de tiempo compartido” y “los prestamistas” poco éticos, Trump se jactó de que la “esposa suburbana” estadounidense —una etiqueta usada por el mandatario para apelar a los temores racistas de los blancos acerca de las iniciativas de integración en los vecindarios— lo favorecería en noviembre.

“Quieren seguridad”, escribió Trump en Twitter, y añadió que “están encantadas de que terminé el programa que consistía en que las viviendas para personas de bajos ingresos invadieran su vecindario” en referencia a una iniciativa del gobierno de Obama que promovía la diversificación de las comunidades estadounidenses.

En asuntos de raza y género, Trump siempre ha creído que dar rienda suelta a sus instintos ha impulsado su estilo de hacer política. Pero al igual que la actitud de la población relacionada con el racismo ha cambiado y amenaza con convertir al presidente y su simpatía por la Confederación en una reliquia viviente, también son anacrónicas sus ideas sobre las mujeres estadounidenses (sobre todo las suburbanas).

Según la información recabada por Lyman Stone, investigador del Institute for Family Studies que analiza la población, las esposas suburbanas que se quedan en casa solo representan el cuatro por ciento de la población total en Estados Unidos.

Al analizar los datos de manera más detallada, la Oficina de Estadísticas Laborales reportó en 2019 que la tasa de participación de la fuerza laboral de las mujeres con hijos menores de seis años era del 66 por ciento. La tasa de participación de la fuerza laboral de las mujeres con hijos de 6 a 17 años era del 77 por ciento.

Con respecto al problema del presidente de alejar a algunos simpatizantes con sus comentarios racistas y sexistas, desde hace mucho tiempo, las encuestadoras han dicho que Trump no puede darse el lujo de perder al grupo imprescindible de las mujeres en su mayoría blancas y suburbanas que le ayudaron a ganar la presidencia en 2016. Pero en junio, una encuesta encargada por NPR/PBS NewsHour/Marist demostró que el 66 por ciento de las mujeres suburbanas desaprobaban la gestión de Trump.

Celinda Lake, una veterana encuestadora demócrata, dijo en una entrevista el miércoles que el panorama con las mujeres suburbanas se ha oscurecido aún más para el presidente, a medida que se prolonga la pandemia del coronavirus, lo que les está provocando incertidumbre con respecto a la economía y las está obligando a decidir si volver a mandar a sus hijos a la escuela o mantenerlos en casa.

“Si él confía en que ese grupo lo salve, más vale que se consiga un chaleco salvavidas”, comentó Lake sobre las mujeres blancas suburbanas. “A ellas les gusta la seguridad, pero creen que la falta de un plan definido de Trump, su liderazgo deficiente y el hecho de que no escucha a los expertos han puesto en un mayor riesgo a sus familias”.

Añadió que “incluso las mujeres blancas no universitarias están poniéndose en su contra, y estas son algunas de las mujeres que se ven más presionadas por su mal manejo” de la respuesta al coronavirus.

Cuando Trump insultó a Harris el martes, aderezó su calificativo misógino habitual de “espantosa” con otros insultos y se refirió a ella como la integrante del Senado estadounidense “más malvada, horrible e irrespetuosa”.

Así, Harris se suma a un grupo de mujeres que Trump siente que no ha sido lo suficientemente dócil.

Trump usó el insulto “espantosa” de la manera más vil con su antigua contendiente a la presidencia, Hillary Clinton: “esa mujer tan espantosa”, masculló del otro lado del escenario cuando ambos participaban en un debate presidencial en 2016. Afirmó que la senadora de Massachusetts, Elizabeth Warren, una excandidata presidencial demócrata y crítica franca, tenía una “boca espantosa”. ¿Y de Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes? “Es una persona espantosa, vengativa y espantosa”.

Los ataques de Trump a Harris han sido mínimos comparados con los insultos que usó contra otras opositoras, incluyendo a Clinton y Warren. Sin embargo, en ocasiones, el presidente ha considerado a la senadora como una revelación, e incluso ha reconocido su capacidad para atraer a grandes multitudes.

“¡Qué lástima! ¡Te extrañaremos, Kamala!”, tuiteó Trump en diciembre luego de que Harris concluyó su propia campaña presidencial.

“No se preocupe, señor presidente”, replicó Harris. “Nos veremos en su juicio”.

Cuando se anunció el martes la participación de Harris, tanto el presidente como su campaña parecían descoordinados y sin saber la mejor manera de atacar con eficacia su trayectoria. Pero los peores insultos proferidos por los aliados más cercanos de Trump podrían ser un presagio de lo que está por venir: el año pasado, el hijo de Trump, Donald Trump hijo, cuestionó en Twitter si Harris era lo suficientemente negra como para estar hablando de los problemas que enfrentan los negros estadounidenses. Al final, borró ese tuit.

El miércoles, en Delaware, cuando Biden celebró su primer evento conjunto con Harris, se refirió al tipo de ataques racistas y sexistas que ella recibiría cuando avanzara la campaña. Pero también pareció estar riéndose entre dientes cuando relató que el presidente dijo que Harris era “desagradable” y “malvada” con sus nominados.

“Lo que Trump hace mejor es refunfuñar”, señaló Biden. “¿A alguien le sorprende que Donald Trump tenga un problema con una mujer fuerte o con mujeres fuertes de manera generalizada?”.

Harris, por su parte, no habló de los insultos y decidió usar su tiempo para atacar al mandatario por su manejo de la pandemia y de la economía.

“Como todo lo demás que heredó”, señaló Harris, “lo gestionó muy mal”.

Después, en la Casa Blanca, Trump afirmó no haber visto gran cosa de la presentación de Harris, pero luego pronunció un monólogo acerca de las duras críticas que ella pronunció contra Biden durante los debates para las elecciones primarias demócratas a la presidencia, y dijo que se portó “iracunda” e “insultante” con el exvicepresidente.

“Dijo cosas terribles”, comentó Trump. “Y se burló de él… abiertamente. Por eso pensé que era una elección muy arriesgada y estoy seguro de que eso se repetirá; no lo haré yo necesariamente, sino otros. Eso se repetirá”.

Fuente :
Katie Rogers ,The New York Times
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