La pandemia provocada por el coronavirus ha provocado un interés generalizado por las vacunas, sobre todo cuando los tiempos normales para desarrollarlas, de entre 10 y 15 años, se redujeron a apenas doce meses para el caso de la vacuna contra el COVID-19, versiones de las cuales ya se aplican en Rusia y China, mientras que se espera inicie la inoculación con otras este mismo mes de diciembre en EE.UU. y Reino Unido.
Sin embargo, lo ocurrido con la vacuna contra el COVID-19 es una rara excepción, pues lo cierto es que desarrollarlas se toma más de una década, y numerosas veces arrojan resultados insatisfactorios cuando llegan a la fase final, y eso es precisamente lo que ha pasado antes con la vacuna contra el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), mismo que en la etapa de infección final se conoce como Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
Pero ahora resulta que la farmacéutica Jansen ha informado que por primera vez en más de una década ha llegado a fase final 3, de ensayos clínicos, una vacuna contra el VIH. La empresa usó la misma tecnología usada para algunas de las vacunas que se elaboran para el COVID-19, es decir, empleando un adenovirus modificado para inyectar en el cuerpo el ADN de las proteínas más características del virus, de manera que el sistema inmunológico cree los anticuerpos correspondientes.
La fase 3 del proceso de desarrollo de esta vacuna contra el VIH durará alrededor de dos años. Antonio Fernández, investigador de la empresa, dice que lo cierto es que se trata de dos vacunas, una codificada con tres proteínas y otra con cuatro, una condición que la clasifica dentro de lo que se conoce como mosaico.
La historia del VIH inicia con las primeras alertas de la CDC de EE.UU. en 1981, informando sobre una rara neumonía entre homosexuales de California, pero no fue hasta el 1982 que se empleó el termino SIDA, y ya en 1983 el Instituto Pasteur de París descubrió el virus denominado VIH. En el año 1987 se emplea el primer antiretroviral, AZT.
En el año 2012 se registra el primer caso de una persona curada del VIH, Timothy Brown, luego de recibir un transplante de médula ósea por un caso de leucemia. Mientras que en el 2019, científicos lograron una segunda remisión en un paciente conocido en ese entonces como “paciente de Londres”.
Respecto a anteriores intentos de vacunas contra el VIH, en el año 2019 culminó uno que resultó en una efectividad que apenas evitaba un 30% de las infecciones.