Ricky Martin se ve a sí mismo como «una amenaza». El cantante de origen puertorriqueño está atemorizado por cómo se lo pueda percibir en Estados Unidos, donde reside y donde estos días el racismo ha estado muy presente.
Estados Unidos se encuentra inmerso en una enorme oleada de protestas que comenzaron hace dos semanas, cuando un hombre afroestadounidense de 47 años, George Floyd, murió en plena detención policial a manos de un policía blanco que le presionó el cuello durante siete minutos, en un incidente que ya ha sido calificado de «homicidio involuntario» y por el que han sido detenidos los cuatro agentes que participaron en el operativo. Las manifestaciones contra el racismo arrancaron poco después en Minneapolis, donde tuvo lugar el suceso, se extendieron por todo el país y estos últimos días han dado el salto a todo el mundo, con muestras de protesta en algunas de las principales ciudades del mundo.
Ricky Martin ha hablado sobre este suceso que ha conmocionado al mundo durante una entrevista con el presentador Enrique Santos para el programa de televisión Suelta la Sopa. «Mira, yo soy un hombre latino, homosexual, casado con un hombre árabe, viviendo en los Estados Unidos. O sea, yo soy una amenaza para esta gente, lo veas por donde lo veas», explicó muy serio en la entrevista por videoconferencia.
«Yo vivo esto todos los días, no tan expuesto porque vivo aislado, en mi casa, tranquilo, yo voy de aquí a mi trabajo, del trabajo vuelvo a casa. Pero vivimos aquí, escuchamos las historias, sentimos. Bajar del auto […] y pararnos a tomar un café puede ser peligroso», reflexiona el músico sobre su condición y sobre cómo ha vivido el racismo, que ahora nota muy presente en el país.
El cantante, de 48 años, está casado con el pintor de origen sirio y nacionalidad sueca Jwan Yosef, de 36. La pareja comenzó su relación hace más de cinco años, se comprometió a finales de 2016 y el artista le contó a la presentadora Ellen DeGeneres, en enero de 2018, que se habían casado. Viven con sus cuatro hijos en una gran mansión en Beverly Hills, una de las zonas más exclusivas de Los Ángeles (California).
«Yo no crecí pensando que Estados Unidos era así. Pero Estados Unidos era así. Lo que pasa es que ahora tenemos cámaras y lo vemos. Ahora nosotros como ciudadanos prendemos el teléfono, grabamos la injusticia y nos enojamos. Ahora lo estamos viendo. No sé, no sé. Yo les enseño a mis hijos el amor», relata.
«¿Tus hijos te hacen preguntas acerca de lo que está sucediendo, cómo les explicas cuando ves noticias feas?», le pregunta Enrique Santos, el entrevistador. Martin y su esposo tienen cuatro hijos: los gemelos Matteo y Valentino, que en verano cumplirán 12 años; una niña de año y medio llamada Lucía; y otro pequeño de ocho meses, Renn. «Bueno, somos realistas, este último mes hemos tratado de ver lo menos posible la televisión. Yo sí me mantengo informado porque tengo que saber lo que está pasando. Pero creo que ha sido una gran terapia alejar a los niños de la pantalla. Aunque ellos no estén viendo televisión, están escuchando lo que está saliendo. Para mí ha sido bien importante, para mi cicatrización de una manera u otra, alejarme un poco… Estar enfocado, saber lo que está pasando, pero no…»
«En casos como este, señores, hay que hablar del amor, hay que hablar del amor: no importa a quién ames, no importa de dónde vengas, tu estrato social, tu color de piel… ¡Es que me enferma tener que estar hablando de esto!», retoma Martin. Algo que corrobora su presentador: «Parece mentira que tengamos que estar hablando de esto en el 2020 en Estados Unidos».