La hora de las mujeres blancas en Estados Unidos: ¿Biden o Trump?

La historia de las elecciones presidenciales de EE.UU. es la historia de las mujeres blancas que viven en los suburbios, en casas unifamiliares con jardín y un cortacésped siempre en marcha. Cuando hablan, Joe Biden y Donald Trump se dirigen a estadounidenses como Alice Parkin, madre de cinco hijos, religiosa, conservadora y harta del sectarismo y la politización.
Parkin, de 56 años, recibe a Efe en la parte de atrás de su enorme casa de ladrillo en el condado de Loudoun, el más rico de todo EE.UU. y solo a una hora en automóvil desde Washington D.C., en el estado de Virginia.
Vive al fondo de la calle y en la entrada principal de su residencia ya cuelga un espantapájaros por Halloween, mientras que en el jardín la brisa hace chirriar unos columpios.
«Voy a votar por Joe Biden -anuncia Parkin-, soy una republicana de toda la vida y siempre he votado por los republicanos, pero el líder que tenemos no me despierta buenos sentimientos».
Cada vez que oye la voz de Trump, se siente «triste, enfadada y frustrada», especialmente por su trato despectivo a las mujeres, los apodos que pone a sus contrincantes y sus guiños a grupos supremacistas blancos.
«Su plataforma está basada en el miedo. Es tan oscuro y tan negativo, la gente tiene miedo en este país, en vez de sentir esperanza. Nunca antes he sentido que fuera así, hasta este punto», se desahoga Parkin.
Es blanca, se enorgullece de formar parte de la Iglesia mormona y se opone al aborto, por lo que aparentemente podría encajar en lo que Trump considera su electorado más fiel. Sin embargo, Parkin sabe que en estas elecciones «hay mucho en juego» y está dispuesta a votar por primera vez por un candidato favorable al aborto para «salvar» la democracia de Estados Unidos.
«He evaluado todo con mucho cuidado y, aunque no estoy de acuerdo con todo lo que Joe Biden apoya en la política, creo que es un buen hombre. Él es el líder que necesitamos, es alguien con el que podemos trabajar, con el que todas las partes pueden trabajar para mover a este país en la dirección correcta porque creo que lo que ha pasado en los últimos cuatro años ha sido muy dañino», argumenta.
Parkin siente que el Partido Republicano ha dejado atrás a muchos electores como ella. De hecho, en 2016 cuando Trump se convirtió en el candidato conservador vivió un «gran conflicto interno», porque no quería votar ni por él ni por la demócrata Hillary Clinton, y acabó apoyando al aspirante de un tercer partido, Evan McMullin, quien arañó apenas un 0,53 % del voto.
Varios de sus familiares, incluido su hermano, respaldan a Trump y le han pedido que en estas elecciones «se tape la nariz» y vote por el presidente.
¿Por qué deberíamos taparnos la nariz, hacer la vista gorda o justificar o excusar lo que dice un líder del que deberíamos querer sentirnos orgullosos? Eso me preocupa».
«LEY Y ORDEN» PARA LOS SUBURBIOS
Para seguir cuatro años más en la Casa Blanca, Trump necesita mantener el respaldo de los votantes del extrarradio de las ciudades que se decantaron por él en 2016 y que ahora están indecisos, o como Parkin, prefieren a Biden.
Los comicios pasados acentuaron la división entre el mundo rural, mayoritariamente republicano, y el urbano, demócrata; de manera que los suburbios, una realidad intermedia, se han convertido en el principal campo de batalla.
Para apelarlos, Trump ha resucitado el lema de «ley y orden» que Richard Nixon acuñó durante la campaña electoral de 1968 para movilizar a quienes se sentían inseguros ante la ola de protestas que sacudió EE.UU. después del asesinato de Martin Luther King.
Trump ha intentado imitar esa estrategia con las manifestaciones de «Black Lives Matter» (Las vidas negras importan) y, aunque no parece haber logrado los mismos resultados que Nixon, sus palabras sí han calado en mujeres como Jane, de 70 años, que reside en el pudiente condado de Fairfax, en Virginia y parte del cinturón de barrios residenciales que rodea la capital.