En el curso de unos meses, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se ha atribuido funciones que no le competen para ilegalizar las juntas directivas de los principales partidos de oposición y nombrar juntas ad-hoc con disidentes que los reemplacen, dividiendo de esta manera los partidos y reconociendo solo a los más complacientes. Además, el TSJ escogió nuevos rectores para el Consejo Nacional Electoral. En corto tiempo, el renovado CNE convocó elecciones parlamentarias para el 6 de diciembre, aumentó el número de diputados a ser elegidos de 167 a 277 y eliminó el voto directo de pueblos indígenas. Por si fuera poco, el nuevo vicepresidente del CNE renunció, alegando que sus posiciones políticas le impiden cumplir con la ecuanimidad que exige el cargo.
Ante estas y otras irregularidades, 27 partidos de oposición pactaron no participar en las elecciones ¿Qué significa esto y como puede afectar el futuro democrático de Venezuela? Para aclarar estas y otras dudas conversamos con Benigno Alarcón Deza, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello.
DW: ¿Qué opina del comunicado que lanzaron estos 27 partidos políticos pactando que no van a participar en las elecciones impuestas por el CNE?
Benigno Alarcón Deza: Era de esperarse, no sé porque hay gente sorprendida. Desde hace tiempo se venía diciendo que no había intenciones de participar, por varias razones. Yo soy pro-participación. Creo que siempre se debe buscar la manera de participar, pero básicamente el gobierno cerró todas las posibilidades para que la oposición participe. En primer lugar, se pretende hacer una elección en medio de una pandemia; en segundo lugar, eliminan los principales partidos políticos de oposición y nombran un CNE sin la participación de la Asamblea Nacional. Han desechado todas las condiciones democráticas y esto fue prácticamente acorralando a los partidos de oposición, al punto que no les queda más remedio que decir que no van a participar.
Participar bajo estas condiciones resulta cuesta arriba, no digo que imposible. Se llega a una decisión con dos posibilidades muy controvertidas: ir a una elección donde tienes muy baja posibilidad de hacer un buen papel, porque las condiciones no están dadas, y no ir. Al final se decidió no ir, pero estaba anunciado, creo que no hay sorpresa.
Hay partidos políticos de oposición que no suscribieron el pacto porque quieren participar en las elecciones y están en la Mesa de Dialogo Nacional con el chavismo. Y hay otros partidos que piensan que el pacto debió ser más contundente contra el chavismo ¿Usted cree que este pacto de 27 partidos une o divide más a la oposición?
Creo que el pacto muestra cierta señal de unidad, nunca va a haber la unidad perfecta. Obviamente, cuando se trata de sacar un comunicado conjunto, imagino las dificultades: unos quieren que sea más duro, otros que sea más suave. Pero el hecho de que organizaciones políticas, unas más grandes, otras pequeñas, unas más experimentadas que otras, suscriban un comunicado, es señal de cierto nivel de unidad.
Ahora, otros partidos de oposición ven una oportunidad para morder un pedazo de la torta, por decirlo así, sobre todo cuando el gobierno aumentó el tamaño de la torta de 167 a 277. Hay cien curules más para repartir, pero, además, con la ventaja de que los partidos mayoritarios de la oposición no van a participar. Si agrandan la torta y eliminan los más poderosos por el otro lado, obviamente se abre el apetito de mucha gente , que piensa: es ahora o nunca. Lamentablemente, los intereses -con buenas o malas intenciones- del gobierno y de algunos partidos minoritarios de oposición terminan coincidiendo.
¿En qué sentido? ¿Cómo coinciden esos intereses?
Por un lado, el gobierno quiere desplazar a la oposición mayoritaria y unos partidos que se denominan de oposición -aunque algunos puedan tener dudas de si son o no de oposición- terminan de alguna manera viendo en el desplazamiento de los partidos mayoritarios una oportunidad para ellos ocupar esos espacios. Al final, se está generando algo que en la ciencia política comparada, se llama clientelismo competitivo electoral. Básicamente, regímenes autoritarios que celebran elecciones como Venezuela, Rusia, o Nicaragua, básicamente lo que hacen es generar grandes incentivos para que una oposición fragmentada, dividida, compita y nunca haya una oposición relativamente grande, sólida que pueda competir con el espacio nacional. Esa es una estrategia que este gobierno aplicó por muchos años cuando Hugo Chávez estaba vivo. Esa estrategia se deterioró cuando la oposición entendió el juego y generó la unidad, generó la Mesa de Unidad Democrática (MUD) que permitió candidaturas unitarias. Pero ahora, al haber básicamente destruido a la MUD, se vuelve a implementar la estrategia con unos partidos que son relativamente nuevos o que tienen pocos votos, colocándolos en la lucha de todos contra todos, lo que termina dando como resultado que participen como cien partidos en la elección, que no conforman una unidad, que no son capaces de ponerse de acuerdo para llevar candidatos únicos en los diferentes circuitos para poder hacer un papel mucho más sólido en esta elección. Lo que esto conlleva es un voto muy disperso que terminará colocando en los curules del parlamento una oposición muy fragmentada.
¿Cómo se verá la bancada del chavismo en esta nueva Asamblea Nacional?
El resultado más probable es que el gobierno posiblemente va a dominar dos tercios de la Asamblea Nacional, o va a estar muy cerca de los dos tercios. Si eso ocurre se prevé que sea una bancada sólida, unificada, porque toda responde a la línea del partido de gobierno. Del otro lado veremos una oposición diversa, variopinta, que posiblemente llegue con dificultades al tercio. Al no llegar al tercio, o si supera el tercio, va a ser muy fácil que el gobierno pueda negociar con una parte de esa oposición, para completar los votos. Por ejemplo, para aprobar una ley por mayoría calificada. Al final del día, la jugada del gobierno funciona, incluso aunque los partidos de la Mesa de Dialogo Nacional, la llamada mesita, capitalicen el voto de la oposición. La realidad es que esos partidos de la mesita con los que el gobierno venía negociando desde hace tiempo, ahora tienen un competidor muy fuerte que son los partidos de oposición que el TSJ ha expropiado. Aunque no estén en manos de sus líderes naturales, hay un activismo en los estados del país que continuarán leales a las autoridades del partido designadas por el TSJ, otros verán una oportunidad para avanzar políticamente. Nuestra medición es que esos partidos intervenidos van a ser una competencia muy dura para los partidos de la mesita; tan dura, que podrían sacar más votos que los partidos que se han sentado a dialogar con el gobierno.
Una encuesta de Delphos apunta a un 46,6% de participación en las elecciones sin la participación de los partidos que apoyan a Guaidó, ¿Cree que ese 46% sea suficiente para legitimar al gobierno de Nicolás Maduro con la nueva Asamblea Nacional que se elegirá el 6 de diciembre?
Creo que sí importa, pero no es vital. El gobierno tiene como principal objetivo sacar del juego a Juan Guaidó y a la oposición mayoritaria, y el segundo objetivo puede ser que la gente reconozca esa nueva Asamblea Nacional. Hay que recordar que las elecciones legislativas no suelen ser las que atraen más votación en condiciones normales, pero la realidad es que el gobierno, al final del día, puede decir que participó el que quiso. Además, alegarán que participaron 100 partidos en esta elección y si hay 100 partidos no me quiero imaginar cuantos candidatos van a haber, porque si cada partido coloca 10 candidatos ya estamos hablando de mil personas que se postularán como diputados y diputadas. Yo lo que creo que va a pasar es que el gobierno va a salir bien en un objetivo y mal en el otro. El objetivo en que va a salir bien va a ser sacar definitivamente a Guaidó y a la oposición mayoritaria de la Asamblea Nacional y el objetivo en el que va a salir mal es que las democracias del mundo, por lo menos la mayoría de ellas, no van a reconocer esa Asamblea Nacional. Pero países como China, Rusia e Irán si la van a reconocer, porque además les interesa hacer negocios con Venezuela. Van a reconocerla aunque otros países no lo hagan. Creo que la legitimidad hacia afuera no va a salir bien, pero van a lograr sacar a los partidos mayoritarios de la Asamblea Nacional.
¿Usted cree que este pacto de las 27 organizaciones políticas logre frenar de algún modo el proceso electoral?
No! Creo que el gobierno va con todo con este proceso electoral y creo que el pacto de estos 27 partidos políticos no lo van a frenar. El gobierno tiene prisa de salir de esa oposición y creo que lo único que quizás frene unas elecciones es una situación que se vaya completamente de las manos. Por ejemplo, si nos ponemos en el escenario de unas protestas masivas por el COVID-19, en que la Fuerza Armada decida que no se pueden hacer elecciones porque el país está fuera de control. Creo que es lo único que pueda detener las elecciones parlamentarias.